Sucedió en Chicago, EEUU, en 1998. El pastor alemán se llamaba Rocky y tenía doce años viviendo con la familia Losh. Luego de tratar durante más de una década, la Sra. Losh quedó embarazada y dio a luz una niña a quien llamaron Sharon.
Antes de nacer Sharon, la familia Losh estaba compuesta por el matrimonio y Rocky, quien con el pasar de los años se había convertido en un perro gruñón y malhumorado, que no daba muchas muestras de estar muy contento con la llegada de la bebé a la familia, razón por la cual los Losh estaban contemplando deshacerse del animal, ante el temor de que le pudiera hacer daño a la niña.
Aquella fría noche de invierno, con un viento que cortaba la cara, el matrimonio decidió dejar a Rocky y a Sharon en el pequeño “townhouse” a fin de asistir a una urgente junta de condominio para tratar un asunto que tenía que ver con el cambio de sistema de calefacción de todo el sector.
Cuando al cabo de una hora los padres de Sharon regresaron a casa, se encontraron a Rocky ensangrentado, echado plácidamente sobre la alfombra de la entrada. Era evidente que había atacado a la niña.
Clayton tomó su arma y sin que le temblara el pulso le disparó al perro en el mero centro de su cráneo. Una vez comprobado que el animal estaba muerto, corrieron al cuarto de Sharon. ¡Sus ojos no podían dar crédito de lo que allí se encontraron! Ante la cuna de la niña yacía, desangrado, un hombre desconocido. Más tarde la policía lo identificó como Johnson Mackenzie, un sospechoso de varios secuestros de niños en el estado de Illinois.
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pobre perro
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