Para muchos pueblos primitivos el cráneo era un objeto de terror supersticioso. Creían que este era el asiento del alma. Los cazadores de cabezas conservaban el cráneo de sus enemigos como trofeos preciosos. Los guerreros escandinavos bebían en cráneos, porque creían que así heredaban virtudes marciales de sus adversarios.
Los cráneos siempre han jugado un papel importante en las prácticas de las brujas y de los magos. Hubo un proceso célebre respecto a los cráneos en 1612 a Anne Chattox. Ésta fue acusada de haber desenterrado tres cráneos en un cementerio para servirse de ellos en ritos demoniacos. Evidentemente, la mataron ahorcada.
En el siglo XVII, una muchacha llamada Anne Griffiths, que vivía en Burton Agnes Hall, en Yorkshire, fue atacada y golpeada salvajemente por ladrones. Momentos antes de morir expresó el extraño deseo, su última voluntad, de que su cabeza fuera sepultada en la casa solariega que tanto le gustaba. Pero su voluntad no fue respetada y fue enterrada en el cementerio del pueblo.
Poco tiempo después de los funerales, en la casa empezaron a oírse gemidos horribles y extraños y siniestros ruidos. Recordaron la voluntad de la chica, desenterraron el cráneo y lo sellaron en una pared de la casa solariega dónde ésta quería morar. Desde entonces Burton Agnes Hall conoce la paz.
Esta es una de las muchas leyendas de cráneos que corren por Inglaterra. Pero quizás de todas ellas, la historia de cráneos más singular es probablemente la del cráneo aullador del castillo de Bettiscombe Manor, en Dorset. Este castillo es la cuna de la familia Pinney. En el siglo XVIII, un miembro de la familia Pinney fue a la India occidental y volvió de allí con un criado negro.
Este servidor murió al poco tiempo de vivir en Inglaterra, pero antes de morir hizo prometerle a su dueño que sería enterrado en su patria. Pero no cumplieron su última voluntad y fue sepultado en el cementerio local. Pronto, gritos espantosos salieron de la tumba y aterrorizaron a la población. Ante el pánico que cundió, se procedió a exhumar el cadáver y transportarlo a su patria, dónde fue enterrado.
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