Un cazador en Viernes Santo es algo inusual en Venezuela, donde tradicionalmente, los días de la Semana Santa ni se caza ni se pesca. Se descansa y se asiste a los oficios religiosos.
Pero hubo un hombre en el llano que resolvió cazar justamente el Viernes Santo. No tuvo mucho éxito pero logró cazar un araguato. Todos se rieron de su poca suerte, pero él, sin inmutarse, le quitó la piel al animal y lo puso a la parrilla. Mientras jugaba dominó con sus amigos, el araguato se levantó de la parrilla, vistió la piel de la cual lo habían despojado y se presentó ante el cazador. Con horrible gesto, y diabólica expresión, se rió de él y le dijo con horrible voz que lo esperaba ese mismo día en el infierno y luego se perdió en el monte.
Según la leyenda, el hombre murió aquella misma tarde cuando en su cuerpo se prendieron llamas de fuego.
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