Aquí vamos con una historia que como buena leyenda urbana no tiene caducidad y que incluso la gente te comenta como anécdota real.
El caso es que unos tipos llevaban un tiempo casados y tenían ganas de echar una canita al aire, por lo que decidieron comprar un par de billetes de oferta para pasar un fin de semana en Cuba (Brasil, Colombia, Argentina, Venezuela según quien cuente la leyenda). Como eran aficionados a la caza, les contaron a sus mujeres el cuento de que se iban de cacería a una finca de Toledo donde se iban a poner las botas.
El caso es que marcharon de sus casas pertrechados para pasar un fin de semana en el campo, es decir, con sus gorros de plumas, su traje de camuflaje, sus escopetas y sus cartuchos. Se cambiaron de ropa en el coche y, ya vestidos con sus bermudas y camisas de estampas, se dispusieron a tomar el avión para Cuba, donde legiones de preciosas mulatitas esperaban a los dos salidos.
Por supuesto, dejaron el coche aparcado en el estacionamiento con la ropa y los pertrechos de la caza. El problema apareció cuando, en un registro rutinario del parking, los perros policía detectan el olor a pólvora de los cartuchos y dan la alarma. Un equipo de seguridad se desplaza al lugar para proceder a investigar el vehículo, no sin antes intentar localizar a su propietario.
Reproducimos la conversación entre la policía y la señora del cazador dueño del coche:
-Buenas. Aquí la policía. El caso es que hay un coche estacionado aquí, que resulta ser suyo y parece ser que hay algo sospechoso dentro.
-Es imposible, mi marido está en Toledo de montería, cazando ciervos.
-Pues me parece que los únicos cuernos que va a haber aquí son los que acaba usted de adquirir por el mismo precio del billete, porque su marido está en Cuba según nos ha informado la compañía aérea.
El caso es que las dos señoras acudieron al aeropuerto a esperar el regreso de los sinvergüenzas de sus maridos armadas de un cazo y un amasador para darles su merecido.
Fuente: paisdelocos.com
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