Cuentan que en determinada esquina hay un buzón. Dentro de ese buzón vive un enano. Se dice que, por la ranura para echar las cartas, él espía al mundo. Aprovecha su escondite para insultar a la gente, escupir a las viejas o mirarles las partes a hombres, mujeres y niños.
Todas las cartas que llegan a ese buzón son leídas por el enano. El guarda las que comprometen a quienes escriben. Luego los extorsiona. A cambio de su silencio, pide sexo o que le corten las uñas de los pies. Las otras cartas, las inofensivas, son su alimento. Lo cierto es que las cartas que entran en ese buzón nunca llegan a su destino.
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