La Desaparición de la cartera de Mussolini

El 28 de abril de 1945, un convoy del ejército alemán recorría la carretera que comunicaba las cercanías del lago de Como con la frontera suiza. En uno de los camiones militares viajaba, disfrazado de soldado, Benito Mussolini tras haber resultado denegada su propuesta de entregarse a cambio de que su vida, y la de las personas que le habían sido fieles hasta el último momento, fueran respetadas.


A escasos kilómetros de su destino, en las inmediaciones de Dongo, el contingente nazi se encuentra con un puesto de control partisano. Los comunistas se apresuran a revisar el interior de los vehículos y descubren con suma facilidad a Il Duce. Casi de inmediato, el que un día fundara el fascismo italiano y ostentara poderes dictatoriales durante algo más de dos décadas, es fusilado.

Con su ajusticiamiento, nacían los rumores y se hacía grande la leyenda de los importantes documentos que Mussolini llevaba consigo en una cartera de cuero. Estos documentos vendrían a dar un giro de 180 grados en lo que se refiere a las causas por las que Italia habría intervenido en la Segunda Guerra Mundial al lado de la Alemania de Hitler y, sobre todo, pondrían en tela de juicio la actitud y posicionamiento de uno de los grandes “vencedores” de la contienda mundial: Winston Churchill.

Por todos es sabida la excelente relación de amistad que mantenían el por aquel entonces Primer Ministro británico y el dictador; incluso cuando este último decidió que el destino de Italia pasaba por intervenir en la guerra, si bien todo parecía indicar que el país transalpino iba a adoptar una postura no beligerante. Buena prueba de ello es la ingente cantidad de correspondencia entre ambos mandatarios.

Además, fueron muchísimas las ocasiones en las que el estadista inglés alababa la figura de Mussolini; llegando incluso a comentar que el único capaz de hacer frente a Hitler en la Europa continental, era su colega italiano. No se explica, por tanto, que cuando Mussolini intenta negociar una rendición digna que no supusiera su ejecución ni la de sus allegados, Churchill plantee como condición sine qua non la condena a muerte del que, se suponía, era su amigo.

De esta manera surge la controversia y son muchas las voces que se elevan intentando dar una explicación al respecto. La mayor parte de las teorías apuntan a que, en la documentación que portaba Mussolini en el momento de su muerte, se dejaba entrever una conspiración anglo-italiana tendente a desestabilizar las maniobras militares nazi por parte de las tropas italianas a cambio de importantes concesiones territoriales auspiciadas por el gobierno británico. A esto se suma la opinión de expertos en historia y táctica militares que juzgan el papel del ejército italiano, cuando menos, como sospechoso al tiempo que obviamente ridículo. Y dicen sospechoso porque, si por algo se caracterizaba tal ejército, era por contar con un magnífico mando militar.

El caso es que la cartera con los documentos, se extravió o fue robada según la versión oficial; aunque los partisanos recibieron órdenes explícitas de salvaguardarla y el servicio de inteligencia del bando aliado no escatimó esfuerzos por hacerse con ella.

Probablemente nunca sabremos la verdad y el paradero de aquellos papeles tan relevantes, pero sí contamos con una entrevista concedida por Benito Mussolini antes de su conato de huida que termina con una frase, como mínimo, algo turbadora:

“…De mi parte me siento con la conciencia tranquila de haber hecho todo lo que estuvo a mi alcance en esos años. No sé si Churchill estará igualmente tranquilo y sereno”.

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