Escritura automática, dictados del más allá

La escritura automática fue bien acogida como medio de contacto con el más allá durante los inicios del  movimiento espiritualista en Estados Unidos en el siglo 19.  El método de comunicación de golpes en la mesa que habían establecido las hermanas Fox para alegadamente comunicarse con los muertos resultaba muy lento y frustrante. Así que muy  pronto médiums y gente corriente recurrieron a la  escritura automática, que se realiza con el fin de recibir mensajes de otros mundos.


En principio, este método es muy simple. Solo se requiere que la persona libere su mente de pensamientos para que aflore el inconsciente. En un trance hipnótico auto inducido, la persona accesa a un estado alterado de conciencia donde capta información que transcribe directamente en un papel, sin detenerse a analizarlo. De hecho, en varias universidades del mundo se aplica la escritura automática para estudiar la psiquis humana. Si se  trata de una asociación de ideas que la mente realiza sin pensar o si efectivamente la persona en trance está canalizando información de energías superiores o de dimensiones diferentes a la nuestra, lo dejamos a discreción de los que lo han experimentado.

Con esta práctica se han transcrito mensajes largos, canciones y hasta novelas completas. Uno de los ejemplos más notables es el de la periodista  Ruth Montgomery, quien pasó de ser una reportera asignada a cubrir la actualidad política desde la Casa Blanca en Washington, D.C., a convertirse en una de las exponentes más notables de la escritura automática. Montgomery,  escéptica con los asuntos sobrenaturales, publicó cerca de 20 libros que le fueron dictados por el espíritu de Arthur Ford, famoso psíquico que había conocido en vida. En todos los libros Montgomery pudo validar la información que Ford y el grupo de espíritus que le acompañó le transmitieron fluida y coherentemente para que la difundiera.

Para los lectores que deseen intentarlo, les ofrecemos los pasos básicos. No obstante, se requiere de mucha práctica para empezar a ver resultados.  Al comienzo, con dedicarle 15 minutos diarios, a la misma hora y en el mismo lugar, será suficiente para ir adiestrándose.

Si deseas intentar la escritura automática:

  1. Busca un lugar tranquilo, sin distracciones. Siéntate cómodamente en un escritorio o mesa con papel y lápiz, o bolígrafo.
  2. Dedica unos minutos a respirar hondo y aquietar  tu mente. El propósito es no pensar en nada, como en la meditación.
  3. Apunta el lápiz sobre el papel.  Sin pensarlo, deja que tu mano escriba lo que te vaya surgiendo.  No mires el papel. Puedes mantener los ojos cerrados o fijar tu mirada en un punto. Dale tiempo al proceso. Puede que no ocurra nada en buen rato.
  4. Cuando termines,  mira lo escrito. Aunque al principio sean garabatos y palabras inconexas, intenta descifrar lo que ves.  Además de letras y números, fíjate en los dibujos o símbolos que aparezcan en el papel. Conserva el papel.
Cuando comiences a obtener resultados, podrás formular preguntas y esperar respuestas. Advertencia: no hay garantías de éxito con la escritura automática.  Y mucha atención con los mensajes que pueden afectar tu estado anímico.  Si eres impresionable o fácil de sugestionar, no debes intentarlo.

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