La mujer de la carretera

En alguna ruta perdida, un conductor aburrido decide levantar a alguien en la ruta. Por lo general se trata de una enana. Lo primero que llama la atención es que viste de modo anticuado. El conductor se siente algo incomodo. Hay algo extraño en esa enana, que no habla, es pálida y lleva los cabellos teñidos de negro azabache. Usa zapatos embarrados y tierra debajo de las uñas.


En el algún momento, la enana parece dormirse y se inclina hacia el regazo del hombre. Al rato le practica sexo oral unas 10 o 15 veces seguidas. El hombre, debilitado, es vencido por el sueño. Cuando despierta, nota que la enana se ha ido. Vuelve a conducir y a los pocos metros ve una casa, donde hay ropa tendida. Entre la ropa no le cuesta reconocer el vestido de la enana. Se detiene y golpea a la puerta. Le abre un enano. El conductor pregunta por la dueña del vestido y el enano le responde que es de su tía abuela, pero que ella ha muerto hace décadas.

El conductor entonces ve algo que lo paraliza. Por encima del hombro del enano, dentro de la casa, puede ver una peluca negra, y para su horror, ve que las uñas del enano están cubiertas de tierra.

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