El enano atropellado

En la madrugada, cerca de algún cementerio, un conductor de ómnibus, debe esforzarse para no caer dormido. Nadie ha subido al micro, cuya parada final es una estación de trenes. Los ojos se le cierran y cabecea. Cada tanto cae en un breve dormir.
En eso aparece un enano que, en medio de la calle, le hace señas para que se detenga. El conductor, falto de reflejos, no puede evitar atropellarlo. Asustado se da a la fuga. Cuando mira por el espejo retrovisor, no puede ver el cuerpo del enano.
Sumamente asustado, quiere frenar para comprobar los daños en su vehículo. A las cuadras, se detiene y desciende. Abrazado al guardabarros está el enano. No parece estar herido pero se lo nota algo nervioso. En eso dice: "Pensé que no ibas a frenar y que iba a tener que viajar así hasta la estación".

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