En
una antigua ciudad española existe una imponente y elegante casa de tres pisos
con abundantes ventanas que evoca con su arquitectura épocas pasadas.
Cuenta
la leyenda que en aquella casa vivía un importante almirante junto a su esposa
y su hija. El almirante, que adoraba y consentía a su hija más de la cuenta, le
traía un nuevo espejo cada vez que volvía de uno de sus viajes a tierras
americanas.
Su
hija coleccionaba espejos; y así, como un reflejo del afecto que el almirante
sentía por su hija, con el paso de los años la casa fue repletándose de espejos
en los cuales la hermosa chica podía mirarse una y otra vez satisfaciéndose con
aquella belleza de la cual su padre presumía ante sus amigos y compañeros.
Mientras
su madre, sumida en las espesas sombras del olvido, sufría cada vez más celos y
su resentimiento hacia su propia hija crecía y crecía cada vez mas.
A
medida que el tiempo pasaba, las discusiones y peleas entre madre e hija cada
vez eran más frecuentes en los periodos en que el almirante se ausentaba. La
relación madre-hija estaba cada vez más contaminada por el secreto odio que
había empezado a crecer en la madre, por un sentimiento tan bajo y tan ciego
que acabó por arrastrar al crimen a la esposa del almirante.
En
uno de aquellos viajes de su esposo la mujer del almirante aprovechó para poner
veneno en una bebida y así acabar de una vez y para siempre con aquella hija a
la cual terminó viendo como una rival a la que debía liquidar para recuperar el
amor que le había sido robado…
Cuando
el padre de la joven regresó, se deshizo en llanto al saber que su amada hija
había muerto. Según la esposa una terrible enfermedad fue la causa de la
muerte.
No
obstante, mientras el padre lloraba desconsoladamente en la habitación de su
hija, en uno de los espejos que más apreciaba su hija apareció como en un
mensaje enviado desde el más allá la escena de lo que realmente sucedió y pudo
ver como su esposa ponía matarratas en la comida, un veneno que deterioró a su
hija hasta que finalmente murió tras una larga agonía…
Atónito
y lleno de ira ante la amarga verdad, el almirante obligó a su esposa a
confesar el crimen y se encargó de hacer que fuese condenada a pasar el resto
de sus días tras la soledad de las rejas en alguna mugrienta prisión. Sin
embargo y pese a haberse hecho justicia, el viejo marinero nunca más pudo vivir
en aquella enorme casa en que cada espejo le recordaba a su hija perdida. Por
eso se marchó lejos sin importar las consecuencias (dicen que no se volvió a
saber de él), dejando tras de sí una casa que permanecería abandonada durante
décadas.
Durante
ese tiempo la historia de la casa de los espejos y lo que en ella ocurrió
empezó a hacerse más conocida y algunos osados jóvenes aprovechaban la noche
para entrar en ella a escondidas y demostrar su valentía o investigar si era
cierto que allí aún residía el alma en pena de la chica asesinada. Las personas
se adentraban en el viejo caserón aseguraban que en la planta superior de la
vivienda se podían escuchar llantos y lamentos de niña y en el silencio de la
noche el sonido parecía rebotar de forma extraña en los espejos, como si el
sollozo proviniera de cada uno de ellos…
Pero
si hay algo aún mas escalofriante es el relato de aquellos que osaron romper
uno de los espejos, según cuentan en los fragmentos de estos no se reflejaba su
rostro, como si el trozo de espejo se negara a devolver su imagen, en su lugar
y si uno era tan imprudente como para mirarlo fijamente el suficiente tiempo
aparecería la niña muerta reflejada, asomando lentamente su cara con una
expresión de ira que haría palidecer al más valiente. Normalmente aterrorizados
huían los más rápidamente posible del lugar y mientras escapaban podían ver por
el rabillo del ojo como la niña les observaba desde dentro de los espejos que
aún seguían intactos.
Actualmente
la casa ha sido restaurada, sus paredes se han pintado de verde y en su entrada
se ha colgado un cartel que dice: “Alameda Apodaca S.L. Venta de Viviendas de
Lujo”. No obstante toda esa fachada es una máscara vacía que no engaña a nadie
pues, todo el que conoce la leyenda y cree en fantasmas, mira con cierto temor
o respeto aquella casa en la que hace apenas unos pocos años los jóvenes seguían
organizando incursiones en grupo o concursos para ver quién se atrevía a
permanecer más tiempo dentro del caserón. Ninguno se atrevió a entrar por
segunda vez…
Fuente: leyendas-urbanas.com
Tweet
No comments:
Post a Comment
Las historias, mitos y leyendas publicadas en este blog, no pretenden descalificar ni desprestigiar a las personas por su condición física, sexual o ideológica. Las historias son sólo eso, historias que le sucedieron al amigo de un amigo. Los comentarios en este blog son responsabilidad de quien los emite. Por favor se moderado y respetuoso hacia el punto de vista de los demás.